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Calles(2). Indalecio Prieto. (Parte 2)

(Continuación de «Indalecio Prieto, Parte 1»).

La crisis de septiembre de 1933 provocó la salida de los socialistas del Gobierno y que concurrieran en solitario a las elecciones de noviembre. La victoria electoral de la derecha y la posibilidad de que la CEDA accediese al poder orientó a los anarquistas y al PSOE a preparar la huelga general revolucionaria de octubre de 1934, en la que Prieto tuvo una participación muy activa. Su propia opinión sobre la misma y su participación en ella la expuso públicamente con toda sinceridad años después en una conferencia pronunciada en México y editada más tarde en un libro de su autoría:

Me declaro culpable ante mi conciencia, ante el Partido Socialista y ante España entera, de mi participación en aquel movimiento revolucionario [de octubre de 1934]. Lo declaro, como culpa, como pecado, no como gloria. Estoy exento de responsabilidad en la génesis de aquel movimiento, pero la tengo plena en su preparación y desarrollo. Por mandato de la minoría socialista, hube yo de anunciarlo sin rebozo desde mi escaño del Parlamento. Por indicaciones, hube de trazar en el Teatro Pardiñas, el 3 de febrero de 1934, en una conferencia que organizó la Juventud Socialista, lo que creí que debía ser el programa del movimiento. Y yo –algunos que me están escuchando desde muy cerca, saben a qué me refiero– acepté misiones que rehuyeron otros, porque tras ellas asomaba, no sólo el riesgo de perder la libertad, sino el más doloroso de perder la honra. Sin embargo las asumí.

Antes de que la huelga general revolucionaria se llevase a cabo se puso a salvo huyendo a París. Prieto representaba un punto de vista liberal dentro del Partido, y apoyaba la colaboración con los partidos liberales para volver al poder, y como garantía de estabilidad de las instituciones republicanas. Por ello se opuso a las ideas revolucionarias de la izquierda de su Partido -reflejadas por el diario Claridad- a la radicalización de las Juventudes y a la colaboración con el PCE y la CNT.

En las elecciones de 1936 fue elegido por la circunscripción de Bilbao con 69.193 votos de un total de 143.868 votantes, de 184.787 electores, resultando el tercer candidato más votado tras Mariano Ruiz-Funes y Julián Zugazagoitia.

Prieto era un firme convencido de que la situación política y social de España en 1936 necesariamente desembocaría en una guerra civil, y así lo escribió y publicó en diversas ocasiones a lo largo de la primavera de dicho año.

Iniciada la guerra, en septiembre de 1936, tras la caída de Talavera de la Reina, Largo Caballero se convierte en Presidente del Gobierno, siendo nombrado Prieto Ministro de Marina y Aire.

Tras los sucesos revolucionarios de mayo de 1937 en Barcelona, cae el gabinete Largo Caballero y forma gobierno Juan Negrín, en principio afín a su política, siendo Prieto designado Ministro de la Defensa Nacional, aunque, en su fuero interno, reconocía que la guerra no podía ganarse por carecer la República del apoyo de las potencias democráticas (durante su ministerio, el acceso marítimo para los suministros soviéticos quedó cortado por los ataques de los submarinos italianos y la frontera francesa estaba cerrada).

Tras la caída del Frente Norte en octubre, presenta la dimisión que no le es aceptada, aunque en abril de 1938, tras el derrumbe del frente de Aragón y sus enfrentamientos con Negrín y con los ministros comunistas, sale del gobierno.

Se aparta de la política activa el resto de la guerra, aunque acepta una embajada extraordinaria en varios países de Sudamérica, donde le sorprende el fin de la guerra. Desde su exilio en México lidera la fracción mayoritaria del Partido Socialista. En 1939 se funda la Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles (JARE), que tiene por finalidad el administrar los fondos de ayuda a los exiliados republicanos y que Indalecio Prieto liderará. Es también nombrado Secretario General de la Junta Española de Liberación (1943-1945). En 1945 entra a formar parte del gobierno de la República en el exilio. En el congreso de Toulouse del PSOE en 1946 triunfaron sus tesis: condena de Negrín y su política, ferviente anticomunismo y colaboración con los monárquicos para restaurar la democracia en España. Sin embargo, la consolidación de la dictadura militar invalidó sus proyectos y le llevó a dimitir de su puesto de la ejecutiva en noviembre de 1950. Murió en México en 1962.

De sí mismo dijo que se sentía «socialista a fuerza de liberal».

Durante su estancia en México escribió varios libros, entre ellos:

Palabras al viento (1942)

– Discursos en América (1944)

– y ya al final de su vida: Cartas a un escultor: Pequeños detalles de grandes sucesos (1962).